Características generales
Lo que los vestidos son al cuerpo humano son los barnices a la cerámica. Ambos sirven a fines prácticos, ambos deben realzar la belleza inherente a la forma. El recubrimiento de formas de arcilla con barnices o vidriados (pues un barniz está hecho de, o se parece al vidrio), las hace más suaves al tacto, más nítidas y más variadas en cuanto a color y textura y en el caso de cerámica cocida a bajas temperaturas, más impermeables a los líquidos.
Manual del ceramista, Bernard Leach
Características generales de los vidriados
Esquemáticamente, podríamos dividir este módulo sobre tecnología de los materiales cerámicos en dos partes: la primera aborda las características relativas a las pastas cerámicas y la segunda, que comenzamos ahora, lo relativo a los vidriados. O dicho de otro modo, por una parte nos ocupamos del cacharro desnudo, y por otra, de su cubierta. En realidad, hay otro tipo de cubierta de la que ya hemos hablado, el engobe, pero el tratamiento del engobe se hace junto al de las pastas cerámicas, ya que las características de ambos son iguales, a pesar de que en un caso el uso consista en fabricar el cacharro y en otro en cubrirlo. Así pues, un engobe es una pasta cerámica que se utiliza para decorar la superficie del cacharro.
La principal diferencia entre engobe y vidriado, o entre pasta cerámica y vidriado, es únicamente la transformación sufrida durante la cocción. La maduración de las pastas consiste en alcanzar un grado óptimo de dureza y resistencia, sin que eso implique ninguna deformación o alteración de la forma. En cambio, en el caso de los vidriados, la maduración implica una fusión de la mezcla y, por consiguiente, una transformación mucho más profunda y una completa pérdida de la forma y aspecto originales. Una consecuencia natural de ello es que los cacharros cerámicos sean porosos y los vidriados no. Ya estudiamos con las pastas cerámicas las diferencias de porosidad entre ellas, dependiendo de la cantidad de fase líquida producida durante la maduración, por lo que será fácil comprender que, en el caso del vidriado, como consecuencia de la fusión completa, la porosidad sea nula. De hecho, esta propiedad es quizás la más importante en cuanto al uso práctico de los vidriados. Al dar una cubierta vítrea al cacharro, lo estamos impermeabilizando y convirtiendo en un recipiente adecuado para contener líquidos.
En cerámica suele ser complicado clasificar las cosas de forma concluyente, ya lo vimos con las arcillas en cuanto a su composición, debido a la variabilidad y complejidad de las mismas. Incluso resulta imposible diferenciar por su composición una arcilla de un vidriado. Aquí podemos remarcar que la principal diferencia entre vidriado y pasta cerámica es la transformación que sufren ambos durante la cocción y, de hecho, una misma pasta cerámica se puede utilizar como pasta para elaborar cacharros, para preparar engobes o para vidriar un cacharro. Un ejemplo conocido es el barro de Puente del Arzobispo, que los alfareros de la localidad utilizan para trabajar al torno, pero que aplicado como cubierta sobre una arcilla refractaria, se convierte en un vidriado de gran calidad y belleza. A pesar de ello, hay una clasificación que ha resultado ser bastante útil para el estudio de los vidriados, y es la que los describe a partir de sus óxidos constituyentes. Si recordamos, de la primera parte del curso, que el oxígeno es un elemento muy activo y abundante, y que al aumentar la temperatura todo tiende a descomponerse y combinarse con oxígeno, entenderemos mejor por qué en el estudio de la cerámica suelen representarse pastas, vidriados, y materias primas en general, como combinaciones de diferentes óxidos, aunque tal descripción no se corresponda con su estructura química teórica. Al modelo teórico del vidriado como mezcla de diferentes óxidos, que suele conocerse como fórmula unitaria o fórmula Seger, le dedicaremos tiempo más adelante. De momento, vamos a presentar algunos detalles.
Suelen diferenciarse los óxidos encargados de ciertas características estéticas como el color y la opacidad, de los óxidos que componen la base del vidriado. En la composición de esta última participan la sílice, la alúmina y los fundentes. La sílice es el cuerpo del vidriado. Por sí mismo, el óxido de silicio puede formar un vidrio de gran calidad y, en su ausencia, no existe vidrio ni vidriado que valga la pena. Casi podríamos decir que un vidriado es SiO2, con unos cuantos añadidos. El primero de ellos, que rara vez falta, es la alúmina, y su importancia consiste en regular la viscosidad del vidriado. Y ya que este se aplica sobre cuerpos cerámicos que suelen tener paredes bastante verticales, es importante que cuando se funde el vidriado en el horno no se descuelgue pared abajo hasta la solera del horno. Regulando el contenido de alúmina controlaremos la mayor o menor fluidez del vidriado. Por lo tanto, hasta ahora, en nuestro modelo teórico podríamos describir el vidriado como SiO2 + Al2O3, pero esto no es suficiente, ninguno se compone solo de estos dos óxidos. La razón es que son dos óxidos muy refractarios, es decir, para que fundan habría que subir el horno a una temperatura que excede las posibilidades de los hornos cerámicos, así que necesitamos algo que rebaje la temperatura de fusión. Por suerte, hay una serie de óxidos que tienen esa virtud, mediante su adición a la composición del vidriado, logramos reducir la temperatura de fusión. Más adelante los describiremos con detalle, por ahora vamos a llamarlos “fundentes”. Entonces, nuestro modelo para el vidriado queda resumido en lo siguiente:
Composición del vidriado → SiO2 + Al2O3 + fundentes
Y si a esta representación añadimos los óxidos responsables de ciertas cualidades estéticas, ya podríamos abarcar todos los óxidos que pueden entrar en la composición del vidriado:
Composición del vidriado → SiO2 + Al2O3 + fundentes + (opacificantes + colorantes)
Este es un esquema muy útil para estudiar los vidriados y conviene tenerlo en la cabeza para ir construyendo todo el modelo teórico con el que vamos a tratar de entenderlos. Los opacificantes y los colorantes se han colocado entre paréntesis porque suelen tratarse como añadidos sobre la receta base.
Los ceramistas utilizan, normalmente, tres expresiones diferentes para representar los vidriados: la receta, la fórmula Seger y la fórmula porcentual. En realidad, la receta es la única que resulta imprescindible, ya que es como una receta de cocina, es decir, nos da las proporciones de los diferentes ingredientes que debemos pesar para realizar el vidriado. Cada vez que vayamos a preparar un vidriado lo primero que necesitamos es la receta del mismo. A la fórmula Seger también le vamos a dar bastante importancia este curso, sin embargo, probablemente la mayoría de los ceramistas no la llegan a utilizar nunca. La fórmula Seger nos permite realizar un estudio sistemático de los vidriados de manera mucho más directa que la receta, es decir, cuando interesa profundizar en el estudio de los vidriados y hacer muchos ensayos, los métodos que se basan en la fórmula Seger son más eficaces que los que se basan en la receta. También hay otras aplicaciones de la fórmula Seger, que veremos más adelante. Finalmente, el análisis porcentual se utiliza menos que las otras dos. Posteriormente veremos un caso de aplicación de la misma.
A continuación, aparece un ejemplo de vidriado expresado de las tres formas que acabamos de describir:

Siguiendo con la clasificación de los vidriados, las tres expresiones que acabamos de ver, nos dan posibilidades de clasificación según los porcentajes en peso de las diferentes materias primas (receta), según los porcentajes molares de los diversos óxidos que constituyen la fórmula (f. Seger), o según los porcentajes en peso de los diferentes óxidos (análisis porcentual). Las dos primeras posibilidades podemos utilizarlas como criterios de selección para los vidriados de la base de datos de esta web. Otras posibilidades de clasificación podrían ser, según la temperatura, entre vidriados de baja (por debajo de 1100ºC), vidriados de temperaturas intermedias (entre 1100º y 1200º), y vidriados de alta (por encima de 1200ºC). También podríamos clasificar los vidriados a partir de características tales como el brillo, transparencia, color, características superficiales…, estas características también están disponibles para seleccionar vidriados en la base de datos de esta web.
Hasta ahora he utilizado mucho las palabras “vidrio” y “vidriado”, y en las publicaciones sobre cerámica también pueden encontrase los términos “esmalte” y “barniz”. Todo ello, desde un punto de vista más o menos científico, viene a ser lo mismo. Podríamos distinguir entre sólidos cristalinos y sólidos vítreos al hablar, en general, de los sólidos inorgánicos. En realidad, los sólidos cristalinos son los sólidos inorgánicos que vemos por todas partes en la naturaleza, es decir, piedras, rocas, minerales, montañas, tierra, arena, arcilla,…Todo tiene una estructura cristalina. Los sólidos vítreos, como los vidriados cerámicos o los vasos en los que bebemos agua o los cristales de las ventanas, son la excepción. En la naturaleza los únicos sólidos vítreos que podemos encontrar son escorias volcánicas, como la lava o la piedra pómez, o restos de choques de meteoritos que han provocado la fusión de una pequeña extensión de materia de la corteza terrestre. La diferencia entre unos y otros es la estructura de sus elementos constituyentes. En el caso de los sólidos cristalinos, si pudiésemos ampliar la sustancia hasta ver sus partículas constituyentes, veríamos que estas se disponen de forma totalmente ordenada según una red cristalina. Esta red es una estructura que, por repetición de una unidad estructural, puede llenar cualquier volumen, y se caracteriza por un orden, más o menos completo, de sus componentes estructurales. En cambio, un sólido cristalino, no se caracteriza por ninguna estructura ordenada sino todo lo contrario, sus partículas constituyentes se disponen más o menos al azar y no hay ninguna ordenación que se mantenga en regiones extensas de la sustancia. A veces, se entienden los vidrios como líquidos de viscosidad infinita, es decir, tienen la estructura desordenada de los líquidos pero sin la movilidad característica de estos. Sin embargo, la movilidad de las partículas es posible, a diferencia de lo que ocurre en los sólidos cristalinos, en los que la movilidad de unas partículas respecto a otras es imposible más allá de las oscilaciones de las partículas alrededor de su posición de equilibrio en la red cristalina. Se entenderá mejor con un ejemplo. Algunas iglesias antiguas no tienen cristales en la ventanas, sino planchas pulidas de alabastro traslúcido (por cierto que, en un sentido estrictamente científico el término cristal no es correcto para los vidrios de las ventanas, ya que no tienen estructura cristalina, en cambio, estas planchas de alabastro de las que hablo, sí son cristales auténticos, aunque no sean transparentes). Pues bien, estas planchas de alabastro, como es de esperar, tienen el mismo grosor ahora que cuando se colocaron en los marcos de las ventanas hace cientos de años. Otras iglesias como, por ejemplo, las catedrales, tiene luminarias que son de vidrio, lo que normalmente llamamos vidrieras. Resulta que se ha descubierto que estos vidrios que decoran las catedrales, con el paso del tiempo han ido engrosando en su parte inferior y disminuyendo su grosor por la parte superior, es decir, ha habido un movimiento neto hacia abajo, por causa de la gravedad, de las partículas constituyentes de la vidriera, lo cual, encaja perfectamente en el concepto de vidrio como líquido desordenado de viscosidad casi infinita. Cuando se describa el comportamiento del vidriado en la fusión volveremos sobre esta idea.

Por otra parte, a diferencia del vidrio común, como el de ventanas, botellas o vasos, los vidriados cerámicos han de adaptarse sobre una superficie, que es el cacharro cerámico al cual va a “vestir” el vidriado. Veremos más adelante, cuando tratemos los posibles defectos del vidriado, que esta adaptación entre cacharro y vidriado no siempre es fácil. Es decir, los cacharros se elaboran con pastas que tienen diferentes propiedades físico-químicas, y lo mismo sucede con los vidriados, por lo que para que haya una correcta unión entre pasta y vidriado ambos deben ser compatibles. Si recordamos, en la primera parte del curso, al estudiar las pastas cerámicas y su clasificación en las distintas regiones de la península, se mencionó que no todas las alfarerías permiten el vidriado, ya que algunas pastas tienen unas características tales que no permiten una adaptación adecuada del vidriado. En estos casos, los cacharros quedan desnudos y, en las regiones donde se utilizan tales pastas, no suele haber cerámica vidriada. O así ocurría en la cerámica tradicional, ya que ahora conocemos mucho mejor el comportamiento de pastas y vidriados, y los ceramistas saben adaptar las pastas a sus necesidades o, lo que es más habitual, comprar pastas que se adapten a sus necesidades.
Otra característica importante derivada de la interacción entre pasta y vidriado es la llamada “interfase” o zona donde la pasta y el vidriado se mezclan, formando una zona de transición entre la pasta y el vidriado. Esta interfase es mucho más acusada en las pastas de alta temperatura que en las de baja, y tiene el efecto de modificar mucho más las características de los vidriados de alta temperatura que los de baja, al cambiar la pasta sobre la que aplicamos el vidriado, hasta el punto de que un mismo vidriado de alta temperatura, aplicado sobre dos pastas diferentes, puede tener un aspecto muy diferente.
Es muy importante comprender la importancia de la preparación y aplicación del vidriado. Uno puede ver en fotografías piezas vidriadas de gran belleza y conocer la receta con la que se ha hecho el vidriado. Sin embargo, conocer la receta, es la parte menos importante para lograr un buen resultado. Con frecuencia, sobre piezas bien proporcionadas pueden aplicarse vidriados conocidos y obtener resultados que destrozan la pieza y el vidriado. Al preparar la receta es importante una adecuada mezcla y molienda de todos los componentes, que puede realizarse en el molino de bolas o, con mayor frecuencia, pasando la mezcla por un tamiz suficientemente fino. Igualmente importante es una aplicación correcta, preferentemente bañando la pieza en un gran volumen de vidriado que tenga la fluidez adecuada, para lograr una aplicación homogénea sobre toda la pieza. Incluso la fluidez adecuada para unos cacharros puede no ser adecuada para otros, ya que diferentes pastas tienen diferentes porosidades y, por tanto, se forman capas de diferente grosor al sumergirlas en el vidriado. Además, el grosor de capa adecuado no es siempre igual, por ejemplo, en general, los vidriados transparentes precisan de una capa bastante fina, para facilitar la expulsión total de todas las burbujas que se forman durante la fusión, mientras que algunos vidriados opacos necesitan más capa para conseguir una opacidad completa, y hay otros casos en que son adecuados diferentes grosores en distintas zonas del cacharro para lograr mayor vistosidad…Sobre estos aspectos nada puede sustituir a la experiencia, y los buenos resultados van llegando a base de equivocaciones y repeticiones.
Voy a terminar esta breve introducción a los vidriados haciendo un repaso de los mismos desde un punto de vista histórico. Se suele considerar la pasta egipcia como el primer vidriado cerámico. En este caso, parece ser que era una pasta compuesta por arena y natrón, aunque difiere bastante de los vidriados cerámicos actuales por dos motivos, en primer lugar, el natrón es un compuesto soluble en agua y, actualmente, no se suelen utilizar sustancias solubles en la composición de los vidriados. En segundo lugar, el vidriado no se aplica sobre el cacharro, sino que los iones sódicos resultantes de la disolución del natrón en agua afloran a la superficie durante el secado de la pasta formando una pelusilla frágil, que durante la cocción se convierte en un fundente muy potente que provoca la formación de una capa vítrea superficial. Así, los primeros vidriados cerámicos eran fuertemente alcalinos, por lo que no eran demasiado resistentes y tenían una fuerte tendencia al cuarteado. A estos vidriados alcalinos podríamos llamarles “vidriados primitivos” porque todavía están lejos de alcanzar la enorme variedad de posibilidades que presentan los vidriados hoy en día. Sin embargo, en una época bastante temprana, los vidriados cerámicos encuentran un impulso muy importante con el descubrimiento de los compuestos de plomo como fundentes. Es al utilizar el plomo cuando el campo de los vidriados se ensancha y comienzan a verse estos en objetos cerámicos variados, desde cerámica utilitaria y ornamental hasta recubrimientos coloreados como los de las puertas de la muralla de Istar en la antigua Babilonia.

Pero, con el tiempo, los ceramistas conocieron la peligrosidad de los compuestos de plomo e investigaron alternativas para sustituirlo como, por ejemplo, los vidriados de Bristol, en los que se sustituye cierta cantidad de plomo por óxido de cinc. Sin embargo, las características del plomo como fundente de baja temperatura son tan excepcionales que hoy sigue utilizándose muchísimo, aunque sustituyendo los compuestos naturales de elevada toxicidad por fritas cerámicas más seguras. El momento álgido en el desarrollo de los vidriados cerámicos, antes de la época actual, en la que los grandes avances en química y física han permitidos conocimientos que facilitan mucho la realización de todo tipo de cubiertas cerámicas, probablemente sea la antigua China, más concretamente los vidriados para porcelana en Jingdezhen, donde se realizaron espectaculares rojos de cobre y celadones que ceramistas de todo el mundo no han dejado de intentar repetir desde entonces. Otros vidriados históricos bastante conocidos son los vidriados de cenizas, que se descubrirían casualmente al producirlos las cenizas arrastradas por el tiro del horno y depositadas sobre las paredes de los cacharros, y que en las cocciones de alta temperatura que se hacían en hornos del Lejano Oriente, ya desde una época bastante antigua, actuaban como fundentes debido a su elevado contenido en óxidos alcalinotérreos. También son muy conocidos los vidriados a la sal, como los de las clásicas jarras de cerveza utilizadas en Alemania, que se elaboraban en hornos especiales en los que se introducía sal común en el interior del horno cuando este alcanzaba una temperatura próxima a los 1200ºC, ya que a esta temperatura el ClNa se descompone y el sodio actúa como fundente formando un vidriado sobre la superficie del cacharro, sin embargo el gas Cl es muy tóxico para los pulmones, por lo que actualmente este tipo de cocciones se han sustituido por otras en las que ya no se utiliza la sal común.